Elicura Chihuailaf
Nadie elige nacer en un lugar, en un color
determinado, en una historia, un idioma, una visión de mundo, nos están
diciendo nuestras ancianas, nuestros ancianos. Mas, la tarea es conocer lo que
nos ha tocado porque conocer es la única posibilidad de amarse y de amar lo que
nos rodea y luego respetar lo que está más allá de nuestros lugares y miradas,
de nuestras famílias y comunidades. Aquí, lejos, y en todas partes. Así nos
está hablando nuestra Gente, en sus Gvlam sus
Consejos. Costumbres de la Mapu Ñuke Madre Tierra
de la que somos brotes; hijas e hijos agradecidos. Identidad dicen en las
culturas occidentales.
Nosotros somos Mapuche/Gente de la Tierra, nos consideramos apenas una parte
más de la Naturaleza. Seguimos las normas que surgen desde sus energías visibles
e invisibles. Asumimos que respiramos y soñamos bajo el influjo de la Luna y el
Sol. Somos emoción y razón; niños y ancianos, ancianos y niños a la vez. La
condición dual que nos rige en la totalidad de nuestra existencia. Itro Fill Mogen: la totalidad sin exclusión, la integridad sin
fragmentación de la vida. ¿Recuerdas que somos apenas una pequeña parte del
universo, abrazados por la dualidad de su energía a la que nos abrazamos?
Porque —en nuestra diversidad— somos Hermanos y hermanas de las estrellas y de
la brizna del más grande y del más pequeño ser vivo aún no nombrado que nos
mira en todo instante desde lo aparentemente invisible, y que nos nombra y nos
pide que lo nombremos para mirarse y mirarnos —cara a cara— desde las flores
del jardín que son nuestros pensamientos.
Los pensamientos, frágiles en su permanencia, indelebles en la profundidad de
la memoria. Las culturas que resuellan en la memoria de los antepasados y
hablan en nosotros y son flores en el Jardín del Mundo. En cada flor, como en
cada ser humano, palpita um color, una forma, un aroma, una textura particular:
la hermosa amarillentud, la hermosa negritud, la hermosa blanquidad, la hermosa
morenidad, que constituyen lo maravilla de este Jardín. Ninguna flor superior a
otra, todas imprescindibles en el orden natural, que no es el “orden”
colonialista sino el aparente desorden: la libertad expresada por las piedras,
los ríos, los árboles, los lagos, las hierbas, los volcanes…, en lo finito
representado por la Tierra; y las estrellas y los planetas en el infinito que
vemos e imaginamos.
Nosotros venimos desde el Azul y retornamos al
Azul; es su energía —el espíritu - que se cobija en su casa transitoria que es
nuestro cuerpo y que en el círculo de la vida vuelve siempre a su lugar de origen.
En Wenulewfv el Río del Cielo/la Vía Láctea nacen y mueren las estrellas, como los seres humanos nacemos y morimos en el gran Río de la Vida. Ante la brevedad de la existencia nuestra tarea debiera ser: superar la precariedade de la Palabra; así nos dijeron nuestros abuelos y nuestras abuelas.
Somos casi ocho mil millones de habitantes en la
Tierra. Ante la codicia de unas pocas familias que siguen depredando la
Naturaleza tenemos que ejercer el acto de Soñar y de Conversar (soñando todo lo
vivido/ conversando todo lo soñado) que hoy es en sí mismo un acto de
subversión porque va en contra del sistema de “progreso” que nos han impuesto.
Recuerden - nos dicen - que, en la dualidad del tiempo circular, habitamos la
frontera finita de lo nombrado, intentando siempre atisbar la infinitud - pletórica de significados - de lo por nombrar.
Pero en este tiempo nuestro espíritu y nuestro
corazón se agitan porque sienten pena al constatar la realidade de cómo nos han
venido enturbiando nuestro caudal de palabras, nuestro colorido de jardín
diverso, su movimiento de oruga imperceptible. Son millones de hectáreas
afectadas por la deforestación y el fuego; millones de animalitos y aves
muertas y desplazadas; millones de insectos desaparecidos. Las plantaciones de eucaliptos
y pinos interrumpiendo el ciclo del agua. Y la lluvia no viene o viene toda de
una vez. En médio de bocinas y ulular de sirenas, en la complicidad del callarse,
del no ver, del “no es para tanto”, “si lo hubiera sabido”, “estuvo/está más
allá de nuestras posibilidades”, que intenta justificarlo todo. El poder. La
cuotita de poder. La terrible complicidad con los que están arrancando las
páginas del gran libro de la naturaleza y, en consecuencia, de todos los
diccionarios en todos los idiomas del mundo. Para consolidar el olvido.
Nosotros, los pueblos nativos, no hemos perdido la
memoria que nos está diciendo que todos los seres humanos —en todos sus
colores— provenimos de antepassados nativos. Por eso, Nosotros y los pueblos
nacionales profundos que hoy empiezan a recuperar su memoria y se rebelan,
decimos: Sí, queremos el desarrollo, pero con la naturaleza y no contra la naturaliza
pues ello nunca será desarrollo sino sólo destrucción.
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